En vista del rico patrimonio de nuestro Arte, la ocasión de convertirse en Socio no se debe dejar pasar sin observar ciertas formas tradicionales, una de las cuales es la concesión de un certificado o patente que confirma la pertenencia a nuestra sociedad. Hemos optado por renunciar a las técnicas modernas de impresión para nuestra Patente de Socio y hemos vuelto a la forma tradicional de placa de cobre y tinta.
Se utiliza como sustrato un papel duradero de algodón del 100% por su resistencia y estabilidad de archivo en condiciones poco perfectas. El papel que elegimos es de Fabriano, una de las fábricas de papel más antiguas de Europa que lleva fabricando papel desde el año 1267. Fabriano fue el papel de Miguel Ángel, Rafael, Durero y Goya.
El hecho de que las obras de estos artistas sigan existiendo hoy en día es un testimonio de la calidad duradera del papel Fabriano. El uso de una plancha de impresión en bloque, junto con el uso de sellos y firmas en relieve, hace prácticamente imposible la falsificación de nuestra Patente de Asociación.
La Patente está dividida en dos mitades perfectas e iguales, una arriba y otra debajo. La parte de arriba presenta una esfera ovalada con el lema de nuestra orden y una declaración. La parte de abajo representa una imagen de la naturaleza con dos personas conversando. El contenido emblemático de la parte de arriba representa el "Interior", la parte de abajo el "Jardín". Juntos representan el "Arriba" y el "Abajo" de la alquimia celestial y terrenal. El certificado está colocado en posición de retrato para subrayar la actitud activa que se requiere en este trabajo.
Somos Jardineros y practicamos una Agricultura Celestial. El florecimiento del Jardín y la cosecha de sus frutos son un símbolo de la manifestación del espíritu y de la recompensa del trabajo. En las palabras de Fulcanelli:
[...] el fruto del jardín de Hesperia, fruto cuya madurez tardía sólo puede alegrar al sabio en su vejez, en el ocaso (Hesperis) de una carrera laboriosa y dolorosa. Cada fruto es el resultado de una condensación progresiva del fuego solar por el fuego secreto, una palabra encarnada, un espíritu celestial encarnado en todas las cosas de este mundo. Y los rayos reunidos y concentrados de este doble fuego colorean y animan un cuerpo puro, diáfano, clarificado, regenerado, de brillante luminosidad y admirable virtud.
Aquellos que logren abrir la puerta del jardín cerrado de las Hespérides podrán recoger, sin temer por su salvación, la Rosa del Adeptado.
[...] Todos los autores clásicos son unánimes en reconocer que la Gran Obra es una abreviación, reducida a las proporciones y posibilidades humanas, de la Obra divina. Puesto que el Adepto debe aportar lo mejor de sus cualidades si quiere tener éxito, parece justo y equitativo que recoja el fruto del Árbol de la Vida y aproveche las maravillosas manzanas del jardín de las Hespérides.