El rocío - Parte I

El rocío o agua celeste es la condensación atmosférica nocturna, bajo la influencia de la luna, y según la tradición alquímica, es el vehículo privilegiado del espíritu universal. Los antiguos alquimistas contemplaban el agua celestial con gran aprecio. En los países del centro de Europa recomendaban recoger el rocío en los meses de marzo, abril y mayo, porque en esos meses posee una virtud muy especial, ya que está impregnado del espíritu universal.

En el centro y sur de nuestro país, (Portugal) la mejor época para recoger el rocío es durante los meses de marzo y abril. En años de escasas precipitaciones en primavera, en el mes de mayo, la hierba de los prados comienza a secarse, dificultando la condensación. Además de que la condensación es poca y no justifica el esfuerzo realizado, el rocío recogido en estas condiciones está lleno de impurezas, como tuvimos ocasión de comprobar por nosotros mismos.

A veces, en sus libros, nuestros Maestros se refieren al agua celeste (rocío) por analogía, cuando hay condensación de vapores en un recipiente o en una destilación.

Vimos a un alquimista, muy conocido en su país por los libros que escribió sobre su "obra" alquímica, cuando le hablamos de la aplicación del rocío en la alquimia nos sonrió incrédulamente, mostrando así un desconocimiento de la realidad alquímica.

Si preguntas a uno de "esos" alquimistas cómo se recoge y destila el rocío, y cómo se extrae su sal, seguramente no sabrá responderte, porque este conocimiento no está al alcance de todos, ya que los libros en los que se describe esta operación son muy raros. Nosotros lo aprendemos en uno de los libros de Solazaref.

En nuestro Arte, esta agua se utiliza generalmente como vehículo en el tratamiento de las sales filosóficas y no sólo

La condensación del rocío, se realiza durante la noche, cerca de la madrugada. Para que haya una condensación abundante, es necesario que el cielo esté descubierto, sin nubes, que no haya viento o brisa, esto es, en una noche tranquila.

El tiempo apropiado para recoger el rocío, como ya indicamos más arriba, es en la Primavera, durante el cuarto creciente hasta el plenilunio.

Son pocas las noches que ofrecen las condiciones ideales para la recogida del rocío, por lo que tendréis que aprovecharlas lo mejor posible

Para recoger el agua celeste, necesitareis una toalla de algodón de tamaño medio, preferentemente muy usada; una palangana de hierro esmaltada de 10 litros, algunos garrafones de vidrio muy bien lavados con agua, un embudo grande de plástico y un paño fino bien limpio para servir de filtro.

Durante la víspera, inspeccionad el campo a donde acudiréis, para encontrar los mejores accesos y otras condiciones que os permitan identificar bien el lugar de noche.

Escoged un campo limpio, sin polución, con la hierba corta con un máximo de un palmo de altura- y que esté alejado del medio urbano. .

Levantaos dos horas antes del amanecer y, antes de iniciar el viaje, verificad si los techos de los automóviles que se encuentran estacionados en la calle, en sitios abiertos y alejados de los edificios, están cubiertos de condensación. Esto es buena señal. Si no fuese así, si no vieseis en ellos condensación alguna, podéis regresar a vuestra casa, ya que no encontraréis rocío. Seguid nuestro consejo, ya que nosotros lo sabemos bien por experiencia propia..

Si, por el contrario, os encontraseis con abundante condensación, poneros en ruta hacía el sitio elegido, llevando todo vuestro material. La toalla se habrá lavado previamente en agua de lluvia o procedente de una fuente.

Cuando lleguéis al lugar, desdoblad la toalla y extendezla en el suelo, en uno de los extremos del campo. Amarraz con una cuerda fina dos de las puntas de uno de los lados para poder arrastrarla por el prado

Arrastrad la toalla bien extendida y sin prisa, para que tenga tiempo de absorber el agua celeste que se encuentra en el prado. Cuando comencéis, prestad atención a su peso, ya que a medida en que se impregne de rocío, este aumentará. Cuando notéis que ya está saturada, parad y exprimirla bien sobre la palangana.

El rocío, en esta época del año, está a una temperatura próxima a los 5º, o inferior, motivo por el cual notaréis muy frías las manos.

Continuad de esta manera arrastrando la toalla y cuando esté saturada de nuevo, deteneos para exprimirla de nuevo en la palangana, hasta que está esté llena. En ese momento id en busca de uno de los garrafones, colocazle un embudo con el paño como filtro y vaciad dentro el líquido.

No os olvidéis de llevar una linterna eléctrica para poder ver, ya que como os hemos dicho, la recogida del rocío deberá realizarse en plena madrugada, antes de que el Sol se levante.

Proseguid, hasta que los primeros rayos de la aurora comiencen a aparecer en el horizonte; en ese momento, parad. Guardad vuestro material y regresad a vuestra casa. En una noche, si las condiciones acompañan, recogeréis más de 10 litros de agua celeste.

El rocío recogido, tiene color de té, ligeramente amarilla y sin olor alguno.



La primera vez que observamos su aspecto, llegamos a pensar que este color era debido al polvo del prado donde se había recogido y, para confirmarlo, en la noche siguiente, cuando los rayos del Sol comenzaban a aparecer en el horizonte, y había ya buena visibilidad, con una esponja muy limpia, recogimos cuidadosamente, el rocío depositado en las plantas que estaban bien limpias y sin polución alguna. El color era exactamente el mismo.

Al llegar a casa, en un lugar obscuro, vaciad el líquido de los garrafones de 5 litros a través de un embudo con un paño que lo filtre, en un garrafón de vidrio de 20 litros y cerrazlo bien con un tapón de goma.

Dejad el garrafón un una cave, al abrigo de la luz. Si es posible, esto es, si vivís en el campo fuera da zona citadina, en las noches de luna llena, verted el rocío en una palangana grande de plástico, durante la noche, exponiéndolo a la luz de la Luna, para que este se cargue de espíritu universal y, de esta manera, aumentar su virtud. Recogedlo antes del nacimiento del día.

Llenad al menos, mas un garrafón de 20 litros, conforme vuestras necesidades y dejadlo reposar durante un mes en la cave . Al cabo de ese tiempo, retirad con un tubo de plástico de 5 litros de rocío a un garrafón. Realizad esta operación durante la noche, sirviendoos de una pequeña linterna eléctrica.

Durante ese tiempo, el rocío se habrá podrido y, debido a esto, todas las materias en suspensión, se han asentado en el fondo, dejando el líquido limpio y transparente.

Hechad 5 litros en una cucúrbita de 6 litros, igual que la que usáis para destilar el espíritu de vino y de vinagre; colocadle el capitel y un recipiente de 2 litros y destilad a fuego lento, no superior a 60º C. Tardará más de una semana en destilar todo dependiendo de la abertura que tuviese vuestra cucúrbita. No os olvidéis de realizar esta operación en lugar obscuro. Guardad el rocío destilado en garrafones de vidrio, al abrigo de la luz.



Después de que haber destilado todo, quedarán en el fondo de la cucúrbita unas heces que recogeréis.

Destilad todo vuestro rocío de la misma manera y recoged siempre las heces. Después de haber destilado 40 litros, hechad todas las borras en la cucúrbita y destilad hasta la sequedad. Retiraz el caput y calcinazlo en una escudilla de barro, con fuego muy fuerte, en un fuego de gas. Extraed la sal, por lixiviación, con el rocío destilado. Obtendréis unos 20 o 30 g de sal..

Esta sal de rocío, aún grosero desde el punto de vista alquímico, contiene un nitro sutil que, después de ser tratado debidamente tal como manda el Arte, es utilizado en la vía seca canónica.

La recolecta y la destilación del rocío es un verdadero trabajo de Hércules que requiere mucha paciencia y perseverancia y, como ya os dijimos en el inicio, no siempre será posible en la época propicia recoger el rocío que necesitéis, debido a las condiciones adversas, como la lluvia, el cielo cubierto de nubes, el viento, etc.

El rocío destilado os será muy útil en la preparación de las diversas sales canónicas inherentes a nuestro Arte.

Para ciertas operaciones más corrientes, podréis emplear en vez de rocío destilado agua de lluvia bien limpia y filtrada, recogida en Primavera, preferentemente en días de tormenta.

Prado para recoger el rocío.

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Rubellus Petrinus

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